24/1/12

a Cuenca

El bus a Cuenca salió con nosotras 3 y un grupo de 5 argentinos mas que en el camino nos enteramos que eran de La Plata. El viaje duró 8 horas así que para el momento de llegar a destino ya eramos amigos de toda la vida. Intercambiamos datos de hostes y nos separamos en la terminal... nos reencontramos en el bus hacia el centro. Nuestro hostel, "Turistas del Mundo" nos brindaba por 5 USD una habitación para las tres, baño a compartir en el piso, cocina a nuestra disposición, no incluía el desayuno pero si a "Demian", altísimo personaje yanki que nos regaló la mejor de las noches, borracho, hablando inglés y jamás entendiéndonos una palabra, imitaba escenas de rambo, y recargaba su vasito blanco de plástico con un whisky que tenía estratégicamente guardado.

Cuenca es famosa por ser "la ciudad de las Iglesias" hay muuchas y muy lindas. Pero nuestro principal objetivo ahi era alcanzar llegar a las ruinas de Ingapirca. Para eso viajamos algunas horas (4?) para que nos reciba un clima hotil: frío, llovizna y muucha niebla, tanta que no se veian las ruinas! Entramos al parque pagando 3 USD la tarifa estudiantil ya que uno de los chicos mostró el carnet de Estudiantes... del club de fútbol que es socio... Estudiantes de La Plata... y dijo que éramos todos compañeros de la facultad y pasamos. Argento 100%.



Nuestra guía fue Ecma, grosa, con la info precisa de cada lugar y respuesta a cada pregunta, fue un recorrido por la ciudadela y luego nos mostró un par de senderos por dónde nos recomendaba dar vuelta al predio. Allí fuimos, en el barro y con llovizna. Hermoso lugar.
De regreso a Cuenca nos detuvimos en el mercado de Cañar a hacer las compras para la comilona comunitaria de la noche.
El último día en Cuenca fue para la cultura... las chicas se fueron al mediodía porque las apuraba su vuelo de regreso, yo todavía tenía unos días. Con los chicos fuimos al Museo del Banco Central Pumapungo, completísimo y muy interesante: numismática, etnografía, música, biología selvática con una sala que replica ese ecosistema. Por fuera lo rodea un parque con ruinas incaicas y preincas. Muy recomendable y gratarola!
Dejé la bella Cuenca para llegar a mi punto ecuatoriano mas sureño: Vilcabamba...

a Quito, Baños y la Selva



La capital ecuatoriana es simplemente hermosa, bien se podría llamar "Quito, la Linda"! me recordó mucho a Salta, por el estilo colonial mantenido en su centro histórico, y por los personajes que aparecieron en el viaje: dos salteñas con las que seguiría hasta el final mi travesía en este país.
Nos cruzamos ingresando al hostal "Centro del Mundo" donde teníamos habitación compartida por 5.7 USD con desayuno incluído. Las escuché planificando el día siguiente asé que me les colé en los planes.
Recorrimos el centro con la suerte de que en la plaza principal nos enteramos que en minutos nada mas daría comienzo un acto que se realiza todo los lunes al mediodía, el Cambio de Guardia de la Casa Presidencial, con presencia del mismísimo Correa. Ahí nos quedamos, en primera fila, viendo la previa del show, los niños de la primaria como parte del "escenario" y de frente la multitud de "fanáticas", porque este hombre despierta pasiones entre sus seguidores especialmente la parcialidad femenina!





El recorrido céntrico incluyó algunas iglesias y pocos museos ya que los lunes estaban cerrados.
Pusimos en marcha el plan de ir hacia la Mitad del Mundo literal. Dos buses locales mediante, llegamos al complejo "oficial" donde está el monumento obligado de todas las fotos, pero la verdad que deja mucho que desear. Hay varios "mini museos" que estaban cerrados, muchos negocios y poca información. La entrada 2 USD, la llegada desde Quito nos tomó casi una hora.

Teníamos el dato correcto de que a las 17 hs cerraba el complejo "alternativo", Museo Intiñan, que está exactamente al lado de éste, y es el posta, 3 USD la entrada. Llegamos con 45 minutos para recorrerlo por lo que la organización con muy buena predisposición nos organizó una visita guiada extra, porque la última programada ya había comenzado. Ahí si nos enteramos de qué se trataba estar en la línea ecuatorial a merced del efecto Coriolis. Hacen varias pruebas para demostrarlo, buena explicación, muy interesante ambientación del predio, concreto y muy buena onda. Llevar el pasaporte para sello temático!!
La noche quiteña es bastante calma durante la semana, pero el hostel está en "la zona de los hostels" bien equipada de bares y restoranes, con la salvedad que hay q adaptarse a que los lugareños tienen hábito nocturno corto, se cena temprano y lo mas tarde que cierran es a las 2 am...
Al cabo de unos días me separé de mis nuevas compañeras de ruta temporalmente. Yo quería ir a Otavalo y ellas habían ido antes de llegar a Quito. Nos encontraríamos en un par de días en Baños para iniciar la aventura selvática.
Otavalo me atraía por ser la cuna de la artesanía, y sabía que era EL lugar para las compras. el pueblo es bastante pequeño, pero muy lindo. Caminé bastante para conocer algunos rincones, y finalmente me instalé en la plaza artesanal donde dejé varios doblones a cambio de preciosos elementos! La ida hacia baños fue durísima. Tenía el dato de dónde estaba la parada del bus a la vera de la ruta... y ahí lo esperé durante horas! Cuando finalmente estaba acercándose casi no paró y lo tuve que correr unos metros. Me gritaron desde arriba que no podían subir pasajeros en ese punto, era el último del día, así que me hicieron "el favor" de subirme por la puerta del conductor. Mochila muuuy cargada a cuesta, subiendo con toda la dificultad que se imaginen por la puerta del conductor en un colectivo parado en la ruta, no en la banquina... una locura, pensé que me llevaban puesta en cualquier momento. Sobreviví y me acomodé en un asiento, unas vecinas de fila viajaban con un cachorrito, cosa que no estaba permitida, no tuvieron mejor idea que calmarlo con comida que fue rápidamente digerida por el animalito y los choferes y el resto del pasaje comenzó a oler la presencia del can. Se armó un revuelo tal, que el co conductor terminó en 4 limpiando el regalito y el pobre bichito viajando en la bodega ya que sus dueñas se negaban a bajarse antes de su destino para el que aún faltaban un par de horas.
Llegué a Baños como a las 12 de la noche, tardísimo para las costumbres ecuatorianas, pero sabiendo que a esa hora pasa ese servicio por el pueblo varios están ahí para ofrecer alojamiento al turista descolgado que llega a esa hora... en ese caso yo sola!

Decidí hacer oídos sordos a los ofrecimientos y caminar hacia donde me pareció entender que iban a estar las chicas. Encontré lo que fue el mayor lujo en mi estadía en el país (opinión altamente sesgada por el cansancio padre que cargaba), las chicas no estaban ahi, pero no era hora ni yo estaba en condiciones de buscarlas por el resto del pueblo. Una habitación privada con baño 0km, cama de dos plazas, tv pantalla plana con cable. Todo a nuevo. Un lujo, "El Quinde" a tan solo 5USD! Dormí como un bebé!

Al otro día, renovada, salí a ver si las encontraba, y no, por mail tampoco tenía novedad, así que empecé a considerar la posibilidad de seguir viaje sola. Circuitos por los alrrededores del pueblo, altamente recomendable hacerlos en bicicleta, río bravo, alto puente para bungee, aguas termales, cascada, volcán. Baños tiene todo! Hay un paseo nocturno para ver la ciudad y el volcán, pero no lo pude hacer ya que la agencia que había contratado no vendió a nadie mas y nunca me buscaron... obviamente me devolvieron los 4 dolares que me habían cobrado. Con ese precedente no encaré con la mejor de las confianzas la excursión a la selva... había hecho el paquete con la misma agencia! Llegué y no había nadie, antes que me ponga nerviosa llegaron los encargados y me informaron que esperábamos a 12 chilenas para salir... me quería morir muerta cuando por obra milagrosa llegaron dos chicos argentinos a acompañarme! Eran una parejita de cordobeses, muy copados, pero que sólo hacían el camino del primer día, yo seguía con el rebaño de adolescentes chilenas los otros dos días. Me dieron su pésame al despedirnos!
El primer día tenía como atracción principal una reserva ecológica de monos, ahí llegamos varios grupos, todas las agencias tienen mas o menos el mismo recorrido. El resto es camino de montaña con varios miradores. Esa primera noche ya es en el complejo de cabañas de la selva, hermoso lugar, a la vera de un revoltoso río que impone gran respeto! Encima para darle mas emoción se avecinaba una grosera tormenta tropical. En ese mismo complejo habían otros grupos entre los que estaban algunos argentinos con los que pude refugiarme algunos momentos. La noche tenía dos grandes promesas: caminata nocturna por la selva, gran fiasco porque no vimos casi nada de la fauna prometida, y ritual chamánico de la Ayahuasca... gran experiencia que tendrá su propio capítulo.

Al día siguiente muuy agotada de la experiencia comenzó un durísimo día con caminata por la selva, a un hermoso mirador donde se veia el nacimiento mismo del Amazonas. Nuestro guía se perdió en el camino de vuelta, lo que le dió un toque de originalidad a la aventura, aunque algunas de las chilenitas no estaban muy de acuerdo con esto. Seguimos un sendero que nos llevó a una hermosa y helada cascada que brotaba del corazón mismo de la montaña. y de regreso a las cabañas cruzamos el río en una precaria "embarcación" para llegar a una escuela de una comunidad selvática originaria. Si hubiera estado en condiciones físicas volvía nadando, pero se veía muy complicado, la tormenta había dejado el río loco loco.
La realidad es que no le tenía f a la selva y fe lo que mas me gustó, y me la dejó picando para ver el resto del Amazonas!
El regreso a Baños al día siguiente fue, como todo regreso, interminaaaable. Yo creía que iba a poder huir inmediatamente a Cuenca, pero no. Llegamos como a las 5 de la tarde y ya no había trasportes hasta las 7 de la mañana. Me fui a un cyber a despejarme un rato, con todas las ganas de compartir mi experiencia ayahuasqueña con todo el mundo, y para mi sorpresa me encuentro conectadas a las salteñas que había extraviado unos dias antes. Ellas también recién llegaban de la selva, ya habían reservado bus a Cuena en la mañana siguiente y estaban en un hostal a la vuelta del cyber donde yo estaba. Una ganga, "Chorvic" (o algo asi), donde tuve una habitación privada (o mas bien habitáculo, un espacio con una cama, una mesa de luz, un espejo donde aprecié lo que la selva había dejado de mi y una ventana), desayuno e internet... a 3 USD!! Hicimos el intento de ir a las piletas termales en la noche, pero llegamos sobre la hora de cierre... siempre el mal timming con Ecuador. Cenamos, compartimos las experiencias selváticas y a descansar.
Al día siguiente desayuno mediante dejamos atrás la puerta a la Selva, lo que más me gustó de esta aventura transhemisférica.

15/1/12

a la pacifica costa ecuatoriana

Y el siguiente destino fue Manta. No sin antes pasar por Jipijapa, que por solo tener ese nombre merece su mención! Ni bien me bajé ahi, me subí al cole de al lado q sí iba a Manta, Capital del Atún! Un coche pequeño, pero que rozaba el "servicio ejecutivo". Llegué de noche, cosa poco recomendable en general si uno no conoce nada ni nadie donde llega. Estaba cansada asi q pregunté en los hoteles cerca de la terminal, que me tiraron precios excesivos (10 USD), asi q cuando encontré la plaza me estacioné un rato ya que se estaba armando una banda que iba a tocar. No había nadie! Era día de semana que resultó ser sinónimo de mucha tranquilidad en la ciudad. La banda era ni mas ni menos que la gran Pasión Eterna, que ya había sonado en la última noche de Montañita, y con ese nombre de grupo parroquial soltaban un rock básico y pegadizo. Entre las aproximadamente 5 personas que estabamos escuchando el show, estaba Ruth y Victoria, su hija. Se acercaron a preguntarme qué hacía, de dónde era, si llegaba o me iba (situación que despertó esta curiosidad: yo sucia, con la mochila al costado, echada en un banco de la plaza), al rato de charlar se fueron. Al rato de irse volvieron. Me ofrecieron quedarme con ellas en su casa, y yo ni lerda ni perezosa, acepté! Vivían a dos cuadras de la terminal (bien), en un departamento grande como mi casa (bieeen), y me hospedaron en una habitación inmensa, con cama dos plazas, sábanas sin arena, tele con dvd, y... el baño tenía agua caliente!! (MUY BIEEEEEEN!!!!).





Ruth tiene 49 años, morena de pelos crespos, y mas juvenil que las abuelas de muchos de mis pacientes. Ahora no trabaja, los findes hace bocados para fiestas, tiene una casa en alquiler y a veces alquila las habitaciones extra de su gran departamento. Hace 4 meses había enviudado, por una enfermedad pulmonar aparentemente asociada al trabajo con químicos de su esposo. la única hija del matrimonio, Victoria (!) tiene 21 años, estudia Administración en la Universidad Laica, es flaca, bonita, de lentes. Muy sobreprotejida. Tiene su habitación forrada con pósters de Crepúsculo y mariposas (!!!) dibujadas por todas partes. Le cuento que me encantan las mariposas y las tengo tatuadas, y ella con cierto enojo me responde "a mi no me dejan tatuarme...".
Cuando las conocí en la plaza ambas vestían de negro. No me llamó la atención en principio, era de noche, Victoria tenia un short de jean claro acompañando su blusa negra. La mañna antes de irme (junto al abundante desayuno que me invitaron) le pregunté a ella si solía salir con sus amigos, ya que me había dicho que los findes tenían mucho movimiento de la juventud universitaria. Con pesar y enojo me respondió "no puedo salir" y me explicó que generalmente luego de la muerte de un familiar se guarda un obediente luto que consiste en vestir de negro y no asistir a reuniones sociales ni eventos nocturnos. A ella le gusta vestir de colores vivos, detesta el negro, y por ahora solamente iba a cenar con amigos si había algún cumpleaños que lo amerite, pero no a bailar. Ha decidido que su luto será de un año, "recién van 4 meses!!" me dice con ansiedad.
Recorrí poco de Manta, linda ciudad costera, con un muy buen mercado artesanal donde encontré precios mejores que en Montañita.
El siguiente viaje a Canoa, requirió del paso por el río que separa bahía de San Vicente. Lo hice junto a una pareja de cincuentones franceses que iban con tabla de surf!
Canoa, mini pueblo playero por excelencia. Enocontré rápidamente el hostal "El Olmito", recomendado por Facu, un abogado porteño que conocí en Los Frailes y que también iba hacia Canoa. El hostal, hermoso, una habitación a compartir (con nadie durante mi estadía) y sin baño privado a 8USD. Frente al hostel una callecita de arena, la playa, el Pacífico. Llegué en el momento ideal para llegar a una playa del Pacífico: el atardecer. Impagable.



El pueblo es muy chiquito, sin la convulsión juvenil de Montañita, el hostel El Olmito está integramente construído con árboles y palmeras, desde las habitaciones, las escaleras, las camas, las mesas y bancos del espacio común. Un placer. Gran personaje su dueño, un austríaco de unos 60 y... alto, gringo por donde se lo vea, con un relax envidiable, de bermuda blanca y camisa floreada, con sombrerito piluso. Hace casi 30 años que está en latinoamérica, y 14 ahi instalado. Tuve la suerte de llegar en la semana en que estaban hospedados sus amigos de la juventud a quienes no había vuelto a ver desde que llegó a nuestro continente y reencontró por Facebook! eran 4 roperos nórdicos más, con sus respectivas mujeres, y uno con su hijo de 19 quien estaba recorriendo el mundo. Él había salido a pescar con unos lugareños arpón en mano y nos invitaron a todos a cenar la pesca de la tarde. Muy buena onda!
Todos los invitados éramos: los austríacos y sus esposas, tres ingleses: padre, hijo y nieto, Facundo y yo.
Los ingleses merecen su párrafo. El padre, setentón con mucha onda, había viajado a pasar el verano con su hijo, cuarentón altamente deseable, escritor que hacía mas de 7 años vivía en Guayaquil, y hace algunos meses estaba con su sobrino (la 3ra generación) que había dejado en pausa su vida para viajar con el tío por sudamérica. Padre e hijo hacia años q no se veían.
Mesa de muy buenas historias, varias lenguas unifcadas en el inglés, por supuesto y refrescadas con mucha cerveza!



La estadía en Canoa de 3 días fue una sucesión de mar, atardeceres, comida muy rica y descanso. Altamente recomendable!
El siguiente paso fue llegar a Atacames, salteando Mompiche... hoy les recomendaría q hagan al revés. Esmeralda es mas citadina. No hice casi nada, paseo nocturno por la costa con varios puestos de artesanías y tragos, bares en la playa, pero con clara fijación local, es el punto donde los ecuatorianos disfrutan su costa sin soportar la invasión extranjera. Mas que respetable. De día la playa llena de familias, chicos jugando por todos lados, lindos hoteles y complejos a la costa. Y riquisimos jugos, ensaldas de frutas y refrescos bien tropicales. A esta altura ya estaba en el Hemisfrio Norte, el correr del agua en el inodoro lo demuestra!
La última parada previa a Quito fue Santo Domingo. Ahi hice una larga caminata hasta el mirador, un complejo tipo reserva ecológica, con una capilla y muchas antenas, llamado el Bomboliche. Como no encontré mucho para hacer ni con quién lo dejé atrás rápidamente.



a Montañita

El día 0:
Decir Machupicchu no necesitaba explicaciones. Decir Europa no necesita explicaciones. Decir Mar del Plata no necesita explicaciones! Pero hace unos meses empecé a decir Ecuador y a continuación tuve q guitarrear explicaciones. En realidad no me acuerdo cuándo, cómo ni mucho menos POR QUÉ surgió Ecuador en nuestro plan de vacaciones, pero así fue.
Unos tres meses antes de partir le pusimos tono serio a las charlas sobre viajar juntas con mis amigas de la facultad.
Tema nunca desgastado a la hora del delire de "hay q hacer algo!" implorando romper con la rutina y que la adrenalina venga de otro lado que de la mismísima adrenalina.
Queríamos playa, teníamos verano y el presupuesto cerró: Ecuador = mitad del mundo.
Ya en la cima de la montaña Machupicchu estuve en lo que esa cultura interpretó no sólo como el centro del mundo sino del universo. Así me lo explicó aquel personaje que tuve el placer de encontrar en es lugar mágico. Y estaba muy claro para mi en esa cima. Pero volviendo a los libros mas primarios, este generoso planeta se divide en Sur y Norte porque existe el ecuador, y hacia allí vamos.
Planificación: escasa. Se redujo a saber cuál era la “ciudad de la furia” en esa costa del Pacífico. Saber detalles tranquilizadores de precios promedio de hospedaje, transporte y cerveza. Suficiente. A eso le agregué saber que el punto matemático del ecuador propiamente dicho dista algunos metros del monumento de la “mitad del mundo”, construido allá cuando Google Earth y el GPS quizá no estaban ni en el horno.
Si bien el equipaje estaba listo en un 95% desde más de 24 hs, cerré la puerta de casa con esa sensación… “No llego!”.
LLEGADA A GUAYAQUIL (e inmediata retirada)!

Después de la lógica pregunta “recuperaré mi equipaje?” luego de 25 minutos de ver pasar la cinta sin mi mochila, finalmente apareció ella, intacta por suerte. Entré oficialmente a territorio ecuatoriano y seguí el consejo de conseguir cambio en el banco que está dentro del aeropuerto. Gran consejo!
Mi primera acción fue volar al Cyber espacio ya que, aparte de dar señales de vida a mi familia, necesitaba saber donde buscar a mis amigas. Luego en el stand de información un joven lugareño respondió a mi pregunta “¿cómo voy a Montañita?” la respuesta fue clara: desde la Terminal Terrestre (término que me gustó mucho), las formas de llegar a la terminal eran varias, en taxi (descartado de hecho), bus urbano, o caminando “derechito hacía allí” durante aproximadamente 15 minutos.
Caminé menos de 5 minutos en un día muy caluroso y nublado, y mi caminata se interrumpe con una construcción simple con un cartel en lo alto que decía “Terminal…”. Mi primer pensamiento  fue “ésta gente no tiene noción de la distancia!”. El lugar estaba casi vacío, una van salía llena de pasajeros no sé a donde, y varios locales estaban cerrados. Hasta ahí la terminal mas rara del mundo. Ni la vieja terminal de La Rioja en la mas profunda siesta se veía asi de desierta. Entré al único local que tenía un cartel de Montañita en su vidriera.
Una muy amable y redondeada señora me informó que no había servicio hasta dentro de 4 horas. Le pregunté si los colectivos de línea que veía por la calle no me llevaban y alli la gran respuesta: “No, pero desde la Terminal Terrestre salen buses todo el tiempo” Claro!!! Parecía la terminal mas rara porque NO era la terminal!! “esta es la terminal de negocios” agregó, cosa que confirmé al salir de allí y ver el cartel completo que habia visto al pasar que decía claramente “Terminal de Negocios”.
Bien, retomó fuerza aquella indicación inicial de 15 minutos de caminata desde el aeropuerto, hasta que en menos de 10 llegué a la imponente Terminal Terrestre (y su respectivo y claro cartel).
Es enorme y desde el aire antes de aterrizar los aviones le pasan por encima. La había visto y pensé que era un Shopping ya que lo coronaba una gran M dorada. Grande, moderna, muy comercial, y lo mas importante en ese momento: fresca!
Recorrí boleterías en busca de mi próximo destino e hice lo que no hay que hacer: le compré el boleto al primero que me lo ofreció, sin mediar negociación alguna.
Una promesa ecuatoriana no cumplida: me habían dicho que eran dos horas de viaje, y allí me dijeron que no, son 3 horas… ya se hacía interminable el viaje!
El bus hacía Montañita salió finalmente 15 minutos mas tarde de lo previsto y de una plataforma distinta a las 3 opciones que me fueron dando en la espera. Una informalidad latinoamericana que relaja o tensa según la personalidad y cansancio de cada uno. Algo a tener en cuenta es que los colectivos se identifican por empresa y número de coche, en mi caso era Libertad Peninsular, Nº 04.
En esa espera conocí a un ecuatoriano que tiene una coctelería en Montañita, Pedrito, y a un chileno (o chilenito mejor dicho) que viajaba a surfear.
El viaje fue en manos de un descerebrado chofer que manejó a toda velocidad por una ruta en excelentes condiciones pero muy sinuosa.
Dieron una pelicula hilarantemente genial “The Other Guy”, que desataba carcajadas en todos lo que ibamos viéndola.  Y para mas “color” el chofer iba cambiando el setup del idioma del audio y los subtitulos a cada rato (mientras seguía manejando…), asi q no vi casi nada del camino, incluso teniendo un atardecer en la ventana.
Llegamos a Montañita casi a las 20 hs, muy de noche ya que el atardecer habia sido 2 hs antes. Encontré fácilmente el hostel donde estaban las chicas, pero ellas no estaban. Esperé un rato, y nada. Me di varias vueltas por el pueblo, y nada. Volví, y nada. Ya no sabía qué hacer para no pensar en el hambre y la mugre que cargaba, y estaba empezando a fastidiarme cuando se me ocurrió pensar que ellas probablemente desconocían que yo llegaba ese día. Aproximadamente 10 segundos después de esa idea escuché la carcajada de la Viki a lo lejos.
Efectivamente pensaban que llegaba a la noche siguiente.
Nos bañamos (AGUA FRÍA) y salimos a buscar donde cenar. Enseñanza de cultura ecuatoriana: salir a cenar temprano. Luego de las 22.30 hay poquísimas opciones, en especial para un grupo numeroso. Al igual que en Salta los platos se sirven con todo, esa noche fue pollo + ensalada + arroz + papas fritas. Una genialidad. Cerveza en la cena y mucho mojito en la fiesta reggae en la playa.
Día agotador. A dormir en un colchon que me tiraron en el piso en la habitación de las chicas.
Al día siguiente empecé la rutina de “amanecer” temprano a la mañana para disfrutar el sol. Primer día de playa, hermoso, bellísimo mar a la temperatura ideal y super violento. Comidas pasajeras varias: pan relleno, sándwich de queso, tomate y palta, que de a poco fueron convirtiéndose en clásicos. Otro clásico: largas caminatas en la playa.
Mucho cuidado con el sol, cuando llegué las chicas habían sufrido un duro primer encuentro con el sol, y tenían importantes quemaduras por dormirse sin prestar atención al sol, asi que traté de hacer buena letra, y me bañaba con protector y bronceador para no sufrir la misma suerte. Parece una pavada, pero que nunca te pase! Optamos por alquilar sombrillas entre todas porque al mediodía era insoportable el calor, y meterse al agua era un arma de doble filo, porque refrescaba pero lavaba el protector.
Después vino la hora de probar suerte con el surf. Conocimos a Vitos, un limado y sexagenario instructor de surf. Ofrecía un mini curso de 3 o 4 días. Yo finalmente no fui de la partida surfista. Pero hubo gran desempeño de nuestra representante, Caracol.
Esa tarde tuvimos un perfecto atardecer de mar, sin que se nos nuble el horizonte. Un espectáculo impresionante. Toda la gente haciendo fotos.
Esa noche fue el turno de Wok Station un lugar de comida china (menú completo por 7 USD). Incorporamos un nuevo hábito movidos por nuestro entorno: siesta pre noche. El lugar estaba invadido totalmente por argentinos y chilenos muuucho mas jóvenes que nosotros y salían muy tarde! Así que como estos cuerpitos ya no llegaban a tanta rumba, hacíamos la siesta después de cenar para poder interactuar con mas gente en la noche que viejas, Dios!). Fuimos a Caña, un bolichongo donde nos hicimos de dos jarras de mojito deliciosas. Por la noche una leve llovizna… hermoso verano!

El día playero arranca con una serie de tareas: calentar agua para el mate, comprar galletitas, cargar agua del mega sachet para tomar (en el mercadito de la cuadra conseguimos un sachet de 4 litros de agua potable por 0.50 dólares, gran negocio ya que en la playa por ese precio o mas conseguis una botellita de 500 cc). Encayamos donde siempre y alquilamos dos sombrillas para no sufrir tanto del sol… pero se nubló!
Ese día decidí cambiar un par de horas de playa y vagancia por un recorrido por el pueblo. Muy lindo, tranquilo, chico, pero mas grande de lo que sospechaba. Compré algunas cositas entre ellas una pulsera con los colores de la bandera ecuatoriana, y varios pares de aritos. El vendedor: un colombiano artesano con el que hablé sobre un buen recorrido para conocer el país: hacia el norte, Puerto López, Puerto Cayo, Manta, Esmeraldas, luego dejar la costa hacia Santo Domingo, Quito, y bajar por la sierra hasta Cuenca antes de regresar a Guayaquil… “¿Podré?” me pregunté en ese momento…
Para el almuerzo ese día quise ceviche, pero el cevichero de la playa cobraba unos locos 5 dólares por el plato. No. Fui al viejo (y querido a esta altura) carro de “sanduches” a por uno completito y con un jugo de melón. 3 dólares el “combo”. Divain!
La tarde fue mas que tranquila, nublada, la merienda consistió en un licuado de bananas con moras (1.50 dólares) y galletitas, Onda Vaga en el mp3 y un hermoso atardecer posando nuevamente para muchas fotos.
Volví al hostel donde supuestamente estaban las chicas, pero no. La puerta estaba cerrada (esa tarde perdimos la llave un momento… “perdimos” es una forma de decir, la Viki no estaba en su mejor día…). Me dio fiaca ir a buscarlas asi que me acomodé en una de las hamacas a charlar con Ricardo uno de los chicos que trabaja en el hostel.
Al regreso de las chicas comenzó la previa de la cena: Alfon cocina! Mientras con la Vani y la Viki fuimos al “centro” a reservar la excursión del día siguiente: Isla de la Plata, que finalmente fue a la Isla de Salango. Esa noche no salimos, cenamos en el hostel, Alfon cocinó bifes con puré, rico y abundante como hacía varios días no comíamos.
En la cena con los chicos hubo intercambio de regalos de reyes.
La excursión empezó en el pueblo desde donde nos llevaron a Puerto López, a unos 40 minutos, pueblo portuario como su nombre lo indica, con muchos puestitos vendiendo la pesca de la noche. Lo que le falta de pintoresco le sobra en “aroma”.
El viaje continuó en una embarcación por un mar hermoso, azul intenso, y cuya calma solo la interrumpía el ir y venir de lanchas y botes. Llegamos hasta muy cerca de la isla donde hicimos snorkel (ciencia y arte del observacionismo del mar!). Al principio nos cansamos mucho tratando de mantenernos a flote, hasta que descubrimos que el “secreto” es planchar tranquilo y mirar hacia el fondo: piedras, corales, algas y peces de todos los colores. Realmente hay otro mundo ahí abajo.
Cuando agotamos esa actividad y las máscaras cedieron lo suficiente como para estar cansadas de sostenerlas y sacarnos el agua de adentro, no tuvimos mejor idea con la Viki y la Vani que ir nadando a la orilla (cual novias de Meolans…). Creo que no fueron mas de 30 metros, pero a mar costero… muy cansador! Sentí músculos que estaban dormidos hacía años!!
Vagamos en esa playa, virgen, donde habían dos grupos de chicos (argentinos, claros) que estaban instalados con carpa, conservadoras, frutas, y toda la magia. Se nota que es un lugar para pasar el día solamente porque la línea de la marea sobre la arena daba a entender que por la noche no deja margen para una estadía playera.
Volvimos a nuestra embarcación en kayak, haciendo un papel mas que desastroso, pero muy divertido. A bordo nos esperaban con el “almuerzo”: una porción de torta de banana, Pepsi, piña y sandía. El viaje de regreso le daba toda la vuelta a la isla, hermosa por donde se la viera, con olas azules que rompían contra las piedras.
El regreso a Montañita fue durmiendo, cansadas por tanto “deporte” u obnubiladas por el hambre?  Esa tarde hicimos un nuevo intento frustrado de probar los creps y finalmente comi unas arepas rellenas con pollo. Llegamos justo a tiempo para disfrutar un nuevo e inagotable atardecer en la playa con fotos y música.
Una nueva cena casera, esta vez con Vani nos cortamos solas, en realidad porque nadie mas quiso acompañarnos, fuimos a la verduleria de la esquina de la plaza principal y con tan solo 1.10 dólares teníamos todo para nuestro menú: arroz con verduras salteadas.
En el camino nos antojamos con una picadita: papas fritas, queso y guacamole, y menos mal que tuvimos ese antojo porque cuando llegamos la cocina estaba invadida por un numeroso grupo de rosarinos que habían comprado enormes pescados para cocinar. Finalmente aquella picada fue la cena, y el menú principal pasó para el día siguiente.
Después de la rutinaria ronda de duchas, nos fuimos rumbo al “Wok…” para que ellos cenaran y yo aproveché la ocasión para ponerme al día con la Internet.
Los tragos vinieron de la barra de Nativo Bamboo, el bolichon mas top del pueblo. Escuchamos un grupo que tocó en vivo, Afrikania que dedicaron un tema a los viajeros del mundo, comunidad a la que aspiro pertenecer, el tema se llama “Oggú salió”, lindo nombre!
La noche siguió por la calle principal de los carros de tragos bailando según la música que nos gustaba.
El dia siguiente fue lógicamente muy paja, tal vez el más. Playa con mucho sol en la mañana, hasta molesto. Conocimos a Reinier , cubano personaje divino que “reside actualmente” en Ecuador, Santo Domingo mas precisamente, y estaba de mini vacaciones en Montañita porque sabía de la joda. El anochecer fue con llovizna, que duró lo suficiente para descansar en la cama un rato, y después a dar unas vueltas al pueblo. Cocinamos el famoso arroz con verduras, y a dormir temprano.

Cosas buenas: que bueno que no me molesta caminar de mas… ni de mucho más, que no me descompongo en los viajes, que no me molesta el olor a pescado, que me gusta toda la comida, que tengo la cabeza abierta a estas distintas cosas.

La reserva de las playas de Los frailes es hasta acá lo mas lindo de este país. 3 km campo adentro desde la ruta, luego de una hora (= 3 dólares) de viaje. El colectivo paró 10 minutos en Puerto López donde aprovechamos para comprar frutas, pan, agua y un yogur para mi.
Encontramos la 1ra playa, solitaria, chica, una especie de bahia donde rompen dos filas de pequeñas olas y deján atrás un verdadero piletón salado azul repleto de placer! Hicimos bastante huevo ahí y al rato nos fuimos rumbo al “sendero natural”. El primer lugar al que llegamos fue el Mirador desde donde por supuesto se ve casi todo. Luego a “La Tortuga”, una playa muy rocosa donde está prohibido bañarse y tiene a unos metros mar adentro una roca que toma la forma de una tortuga, con algo de imaginación.
La última playa es “La Playita”, de arena negra y un mar para bañarse “con cuidado” según sugiere el cartel.
El regreso es por un sendero muy bien llamado “Bosque de Sol”: caluroso, soleado, muy duro. Casi sin agua, cansadas. Llegamos a la salida justo a la hora de cierre.
El viaje de regreso a Montañita fue a pura música con los temas de Dani. Y también llegamos a tiempo de no perdernos nuestra cita con el atardecer.
Para la cena armamos una mega picada en el hostel, ronda de duchas, siesta pre noche y salida. Noche de tragos, música, amigos nuevos por la calle de los carros y por los bolichongos.
Al día siguiente nuevamente muy paja, durmiendo hasta el mediodía. Las chicas habían ido a la playa desde temprano, antes de acoplarme fui por el pueblo, compré unos sanduches de mortadela, queso, tomate y palta en pan de queso, y un licuado de mango y banana. En la playa seguí durmiendo, estaba muy cansada!
Ese atardecer fue el mas hermoso.
Dimos cueltas por el pueblo para que las chicas terminen las compras pendientes y coronamos con una riquísima piza de champiñones y vegetales en lo de “Manuel”, cerca de la iglesia. Durante toda la noche la “voz del pueblo” anunciaba la muerte de un lugareño y la aprente costumbre de acompañar a los familiares y ayudarlos con dinero, asi que por el altoparlante se escuchaban los datos del difunto, los nombres de sus fliares y a continuación una larga lista de colaboradores: “Fulano de tal colabora con 1 dólar…!”
El pueblo había sufrido la renovación de los turistas, mucha gente nueva, muchos pendejos. Pocas cosas ya por hacer. Terminamos una vez mas en la fiesta reggae, un clásico de los lunes en el pueblo.
Al día siguiente era mi despedida de las chicas y de Montañita. Dormí hasta tarde, ellas madrugaron para ir hacia Los Frailes, y era ahí donde nos encontraríamos para nuestra última tarde de playa juntas. Como ya habíamos recorrido la reserva ese día fue para tirarnos en la playa y disfrutar del mar ultra calmo.
La despedida fue a la vera de la ruta, ellas de un lado volviendo a Montañita, y yo del otro siguiendo hacia... no sabía muy bien.