2/5/11

a Cuba, un Havana Affair (me enamoré de una isla!)

No puedo explicar cómo nació mi fascinación por ese pedacito de tierra que nada en el Caribe. El romanticismo de la idea comunista, la nobleza guevarista, la deliciosa cultura. Sin dudas un verdadero sueño pisar esas costas...
En Julio de 2008, en una conversación de lo más cotidiana con mi mamá, ella me comenta que se había enterado de un congreso de comunicación en Santiago de Cuba, y que en dos semanas vencía el plazo para la entrega de trabajos aspirantes a participar. Como loca, le insistí para que mandara lo que sea que tuviera en condiciones, porque no sólo iba a ir sino que yo iba a ir con ella. Y ese fue sin saberlo el día 0 de ese viaje tan esperado. Al poco tiempo llegó la noticia que quería: el trabajo había sido aceptado, "ahora tenemos que viajar" me dijo. Y lo hicimos.
Los sellos en mi pasaporte indican que salí hacia Cuba el 14 de enero de 2009 para regresar el 29 del mismo mes. Pasaporte que fue concebido para ese viaje, con el tiempo justo, sin lugar a ningún tipo de inconvenientes en el trámite. Épocas ya antiguas de trámite en la policía federal.
Nuestro vuelo fue BA - Lima - San José de Costa Rica - La Habana. Llegamos a la isla de noche, observando las pocas luces que se encienden en la noche habanera. Larga espera por nuestro equipaje, con el tiempo suficiente para fantasear con todo tipo de problemas al respecto, un parco control aeroportuario, y ya estábamos oficialmente en la tierra de Fidel.
La primera emoción fue reencontrarme con Nati, mi prima que estudia medicina en la isla hace ya 4 años, lo que es una experiencia académica y personal inagotable.
Cambiamos algo de dinero en el aeropuerto (Euros a CUC, la moneda cubana para el turista internacional, distinta en aspecto y cotización al Cubano Nacional, la moneda local, una esquizofrenia económica insólita). Nos tomamos un remis hasta el barrio Miramar de La Habana donde nos esperaban Chacho, un amigo de mi abuelo, escritor, exiliado de la época de la dictadura, que ahora trabaja en la embajada argentina, y su esposa Tere, profesora de filosofía marxista en la Universidad, (30 años menor que él, a ojo)... bien clara la postura política del hogar, no?
En la esquina de su casa, la calle se corta en T con otra, y en esa intersección aparece la fachada del Teatro Karl Marx... hermoso, estábamos en Cuba!
Muy amables al recibirnos Chacho y Tere, nos hospedaron en una habitación muy cómoda, nos despertaban todos los días con el desayuno en la mesa, café cubano rico rico rico, y por las noches un mojito bieen casero hecho con las hojitas de la hierba buena q crecía en la casa... rico rico ricooo!

La Habana es simplemente bella. Bastante grande, muy tranquila. Quedé totalmente cautivada por La Habana Vieja y la Plaza de la Revolución, lugares a los que terminaba yendo todos los días que estuve en esa ciudad. Hay interesantes recorridos para armarse y conocer los lugares mas sobresalientes pasando por calles y barrios muy locales para respirar un poco de la realidad actual de este histórico lugar. La Universidad, los parques, museos y bibliotecas que escoltan la Plaza. Llegando desde cualquier punto se comienzan a ver los emblemas que avisan la cercanía de la Plaza de la Revolución, el edificio del Ministerio de Defensa con la clásica imágen del Che de Korda (al que hoy acompaña una imagen de Camilo Cienfuegos), el Teatro Nacional, la escultura de Martí con su pseudo obelisco por detrás y la bandera cubana flameando en lo alto. La Plaza en si es un playón inmenso, vacío de multitudes casi parece desconocido después de haberlo visto sólo en fotos o imágenes históricas repleto de gente y banderas. Sin dudas un momento mas que emotivo y con un magnetismo que hacía que todos los días encontrara una excusa para pasar por ahi.
El casco histórico o la Habana Vieja es poética, parece una obra de arte viva, y llegar a ella por las calles bordeadas de caserones carentes de todo mantenimiento sólo me recordó imágenes de la Europa en guerra: construcciones a medio venir abajo, ventanas incompletas por donde se mete la luz del día y la inevitable curiosidad a descubrir un interior tan carente como su fachada. Sólo prestando atención se encuentra entre las casas almacenes con largos mostradores de poca mercadería donde los lugareños se acercan con su libreta en mano para conseguir la "ración" correspondiente. No hay grandes marquesinas, ni luces anunciándolos. No hay "promos", ni 2 x 1, ni 70% de descuento en la 2da unidad... Lejos de los shoppings, las peatonales comerciales, los hipermercados y las megatiendas, se comprende y en lo personal se acuerda, con que lo material se puede resumir solamente en las necesidades reales y no las vendidas.
La carencia general debido al bloqueo económico y al impedimento de conseguir productos que no sean fabricados en el país, un país-isla, con terreno escaso y poco apto para la mayoría de los cultivos posibles en el continente. La isla se debe abastecer de lo que la isla produce, y su potencial es muy limitado. A eso se agregan pocos productos exportados de naciones "amigas" del régimen, China, Vietnam, para productos alimenticios, Canadá para los modernos buses urbanos ("guaguas"), y poco más.
El edificio del Capitolio, imponente, a imagen y semejanza de su par yanki, rodeado de este contexto es una imágen que se define por si sola. Vendedores ambulantes y grupos turísticos son la fauna del lugar. Enfrente una suerte de galería de comercios varios locales y comederos públicos, llenos de gente a la hora del mediodía, en una versión caribeña de "hora pico" que da gusto.
Plazoleta de por medio se deja asomar La Floridita, tradicional restorán de la lista predilecta de Hemmingway. Por su costado se baja hasta la Plaza de Armas por una colonial y hermosa callejuela. Sobre uno de sus laterales hay varios puestos de libros usados que fueron nuestra perdición. Sobre el extremo que da a la costa hay un castillo, la Fortaleza de la Real Fuerza, un lindo paseo, y una hermosa vista desde sus torres.
Hay otras dos plazas que merecen visita y batería/rollo de la cámara de fotos: la Plaza de la Catedral, con la bella iglesia y balcones del Palacio del Marques de Arcos y el Callejón del Chorro; y la Plaza San Francisco de Asis, con el antiquisimo convento de un lado, y el edificio de la Lonja de Comercio, que tiene un siglo "nada más".
Un pintoresco y curioso paseo es el Callejón de Hammel. Un pintor cubano, don González Escalona se encargó en 1990 de "lavarle la cara" a este callejón habanero en una obra de arte tributo a la cultura afro-cubana. Colores, formas, personajes y frases se mezclan en paredes, suelo, fuentes y bancos.
Párrafo aparte para La Bodeguita del Medio... la pintoresca y por demás apacible calle Empedrado es interrumpida por el son que sale de las puertas de este lugar. El clásico cartel que asoma hacía la calle, pequeño pero memorable e inmortalizado en cuadros, láminas y fotos por el mundo, y el estilo marca registrada de la "decoración" caracterizado por los escritos de sus paredes, de ilustres desconocidos (como quien escribe, por supuesto) y celebres personajes de la talla de Pablo Neruda o Salvador Allende, y fotos de artistas y protagonistas de nuestra historia actual, como Sabina o Maradona. La noche que fui a cenar junto a mi prima y mi mamá, entramos por el estrecho pasillo de la puerta "del costado" ya que el portón principal que une la barra principal con la vereda estaba lleno de gente rodeando una armoniosa voz que cantaba acompañado de algunos músicos "Dos Gardenias"... dimos vueltas por el lugar para elegir finalmente nuestra mesa en una de las habitaciones del caserón. Del menú poco me acuerdo, salvo que me encantó, no muy diferente al resto de los lugares donde comimos, y algo que me gustaba a cada paso eran los frijoles negros. El individual que viste la mesa es un lindo recuerdo para llevarse del lugar, y hoy por hoy decora mis paredes.

Otro evento nocturno que vivimos en La Habana fue "cruzando el charco". Todos los días a las 9 de la noche en el Parque Histórico Militar Morro-Cabaña que está bahía de por medio frente al Malecón, se lleva a cabo la Ceremonia del Cañonazo, que semeja el disparo que marcaba la hora de cierre de la muralla que rodeaba la villa. Hay en el parque bares, un restoran, varias salas que explican la historia del lugar y la ceremonia. Los protagonistas están vestidos a la usanza de la época, y lo mejor sin duda, la vista que se tiene de La Habana nocturna, q escasamente iluminada permite disfrutar del cielo estrellado.
Nuestra última mañana habanera fue para una caminata por el barrio de Miramar, por la costa, y de regreso nos metimos en un "super" donde para mi indignación de mis amigas adictas a cierta bebida cola descubrí que ahi era más barata que en el hiperinflacionario bar del hospital!
Dejamos La Habana rumbo al otro extremo de la isla, Santiago de Cuba, en un larguísimo viaje en colectivo/bus/guagua. Cruzamos toda la isla viendo al paso como cada metro de tierra está o construido o sembrado, ni hay margen de desperdicio! Y por qué no recordar la "banda de sonido" que tuvo ese viaje... 9 horas de intenso reggaeton y perreo en una sucesión de videos que por momentos temimos que nunca iba a terminar.


Santiago es una ciudad linda, grande como La Habana, con una pintoresca Plaza de la Revolución dominada por una inmensa escultura de Martí en plena batalla. Nos hospedamos en un hotel muy cercano al centro de convenciones donde se hacía el Congreso al que asistía mi mamá (cabe recordar que ese Congreso era la razón del viaje!). Yo ni lerda ni perezosa me colé en la comitiva y estaba acreditada como "visitante" por lo que podía sumarme a todas las actividades extra académicas, que son como en todos los Congresos de todas las disciplinas, las mas interesantes. Así fue como recorrimos la ciudad, la plaza principal frente a la catedral que curiosamente se erige sobre una galeria. Es una ciudad con muchas lomas, subidas y bajadas intensas para la caminata, pero generosas de paisaje.
También fuimos al Castillo del Morro, una hermosa fortaleza, hoy restaurada y mantenida a museo. Otro paseo que ligué fue a la Iglesia de la Virgen del Cobre, alejada de la ciudad, cercana por supuesto a una mina de cobre, que fue alzada por los mineros del lugar y que aún hoy en día sigue siendo lugar de peregrinaje obligado a todo promesante, por lo que las espaldas del altar están llenas de objetos dejados por los fieles en agradecimiento.
La "movida nocturna" fue breve, pero sabrosa, como no podía ser de otra manera! Un gran lugar, La Casa de la Trova. Un gran salón con mesas que miran a un pequeño escenario, y balcones para disfrutar de la música al aire fresco de la costa caribeña. Otra noche de juerga fue una fiesta que brindó la organización para los asistentes al Congreso, cena-chow en un hermoso hotel a las salidas de la ciudad.
El itinerario marcaba regreso a La Habana para ir hacia Varadero. El medio de transporte era avión, o mejor dicho avionsucho. Por dificultades técnicas se reprogramó nuestro vuelo y eso nos detenía casi todo el día en Santiago, y en compensación la línea aérea nos trasladó a un hotel 5 estrellas de la ciudad. No reímos de Janeiro disfrutando por unas horas las comodidades del lugar.
El tardísimo regreso a La Habana complicó la llegada a Varadero porque era muy tarde y estábamos verdaderamente fastidiadas de las idas y vuelta del aeropuerto. Ahi empezó una vida que desconocía totalmente, la vida "all inclusive". Después de 10 días de caminatas y comida medida, sinceramente la vida de buffet diente libre, cómoda habitación con salida directa al mar o la pileta (por las dudas...), y vida pajera-playera fueron muuy bienvenidos, después de todo eran vacaciones... y en mi (segundo) primer año de residencia! Pero al tercer día ya era aburrido y monótono. Empezamos a salir a recorrer el pueblo de Varadero, con bellísimas y solitarias playas en el "centro", mucho mercado artesanal, callecitas, casas, tranquilidad. Hermoso. Muy cerca de Varadero está Matanzas, que lamento no haber aprovechado a conocer... todavía!
Las noches fueron muy tranquilas, disfrutando de algunos de los shows de los hoteles, los tragos de barras libres, pero hay opciones para descocarse un poco mas saliendo de la zona de hoteles, yendo al pueblo o a otros pueblos cercanos.
En mi paso por la isla no podía dejar de visitar Santa Clara, última morada del Che Guevara, donde fue "mudado" desde Bolivia en el ´97.
El recorrido incluyó también la visita a Cienfuegos, y la bellísima Trinidad. Esta última por si sola es la razón por la que voy a volver a la isla. Apenas la pisé, me enamoré (más de uno se sentirá identificado!), y junto con uno de mis compañeros de excursión coincidimos en el comentario casi a coro: "es igual a Purmamarca!". Los colores, el cielo, las calles, las fachadas... cambien el cerro de los Siete Colores por el Mar Caribe, esa es Trinidad.
El pueblo de Santa Clara formaría parte del recorrido obligado por el país si no fuera por la Plaza Mausoleo del Che Guevara . Una plaza coronada por una estatua de Ernesto Guevara De la Serna, bajo la cual se extiende un museo con abundantes elementos personales y manuscritos que relatan y grafican su historia y me emocionaron hasta las lágrimas. Luego de recorrer el museo, pasamos a un salón alumbrado de manera muy ténue, frío, colmado de placas de bronce, donde descansan sus restos... Sentí en la piel la certeza de estar en un momento personal histórico.
Después de esto, el regreso a Varadero, La Habana y posterior y leeentamente a la Argentina es meramente anecdótico.
Este viaje marcó un antes y un después en mi vida. Por el anhelo inesperadamente conseguido, soñado por años pero concretado en muy poco tiempo. Con la compañía de mi mamá, que de ser posible sólo lo hace más significativo.
Desde el último minuto en suelo cubano comenzó la cuenta regresiva para mi regreso...